Bullying

Nadie sabe lo que es sufrir y vivir algo, hasta que le sucede a él o a ella…

Todos nos preocupamos, escandalizamos e intentamos imaginarnos a nosotros mismos en una situación semejante, cuando escuchamos noticias acerca del acoso escolar. Lo que conlleva: años y días de sufrimiento, lenta agonía que nunca cesa y, cuando no llega a la muerte, las palizas que otros graban para subir a la red. Sin embargo, nunca se sabe lo que es hasta que se pasa.

Muchas personas dicen que no se puede hablar sin conocer algo. Siempre oímos que no se puede hablar sin conocimiento de causa y, no se puede, no, claro que no. No se puede porque solamente quien lo vive lo comprende.

Andrés lleva años sufriendo bullying igual que otras muchas personas en el mundo. Cada día, cuando va o vuelve a casa del instituto, se pregunta por qué le ha tocado a él. ¿Por qué no a otra persona? ¿Por qué no al chico de al lado que tanto se ríe de los demás? ¿Por qué no ha de vivirlo «la chica esa» que le ha pegado patadas, hasta aburrirse, a una niña que nada le ha hecho? ¿Por qué no sabe lo que es sufrir ese grupo, que se ha burlado de una persona por su vestimenta? En definitiva, las palabras que descansan en la cabeza de Andrés son: <<por qué>> y <<por qué yo>>.

Sin embargo piensa que tras la esquina hay un futuro mejor, un futuro en el que, por primera vez, será feliz y podrá vivir la vida que le corresponde. Un futuro donde los catorce y los quince años no volverán jamás, pero, en el fondo, tampoco sentirá pena por ello; ya que recordará las tristes jornadas de acoso y soledad en las que ahora está sumido.

Su madre siempre le dice que él vale más que todos sus compañeros juntos, que la envidia es tan rastrera que ni daño puede hacerle y, también, que no ofende el que quiere sino el que puede. Andrés quiere creerlo, pero todavía no puede. Todavía no puede porque sabe lo que está viviendo día tras días. Lo sabe y no puede olvidarlo, cerrar la carpeta al salir de clase, no puede. Intenta continuar con su vida tras abandonar el instituto, pero no puede. Sin embargo, sabe que su madre tiene razón y, que siempre estará ahí para apoyarle, siempre.

Todo los ánimos que ahora le dan le valdrán en el futuro. Sabrá que todo es posible, que todo o, casi todo, puede conseguirse. Y, lo que ahora tanto le hace sufrir, el día mañana le pasará desapercibido, porque habrá aprendido la lección. Habrá aprendido la lección que le está dando la vida, no tener amigos verdaderos le dará igual, pues será adulto y tendrá, con toda seguridad, una familia que le quiera y, por la que Andrés luchará.